Entrar y saberte observada nada más poner un pie y alzar los ojos.
Entrar, firme, segura, abriéndote el abrigo para mostrar la figura. Minifalda, camiseta y tacones. El pelo siempre suelto cayendo por la espalda.
Recordar las viejas conquistas, los piropos, las noches bajo las sábanas revueltas, los ojos en blanco, los labios, los besos... las madrugadas.
Llegar al fondo del bar, para marcar territorio, y apoyarte en la barra -una cerveza- y volver a pasear la mirada sobre la escena para verlos ocultando la vista, o seguir mirándote.
Son éstos últimos, los valientes, quienes tienen la posibilidad de jugar a un juego muy antiguo.
1 comentario:
qué chuliiii :)
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