Éste es el primer año que no llegaré a casa de puntillas, procurando no hacer ruido, y, como si fuera los allanadores más esperados, dejaré los regalos al pie de los zapatos colocados junto al acuario.
Éste es el primer año que no me levantaré temprano por los gritos de euforia de un niño, zarandeada, con las sábanas arrebatadas de las manos, para buscar los regalos.
No sé si lo echo de menos o siento que esta es una nueva etapa que me llena... sólo sé que hay mañanas que me levanto y pienso en que ojalá alguien lo hiciera a mi lado (aunque no me permita pensarlo más de un instante).
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