Hoy he descubierto, no importa cómo, cuándo, ni dónde, que aún sigo siendo esa niña que pensaba en libélulas y charcos, en musas y vampiros, en amores eternos...
Y me he dado cuenta de que soy un junco en este inmenso río. Me doblo. Soporto los embistes del viento, el frío del río, a los niños jugando... pero puedo secarme y romperme, me pueden arrancar y morir al instante, puedo flotar sobre el río hasta descansar, inerte, sobre alguna orilla.
Hoy, he descubierto, no importa cómo, cuándo, ni dónde, que aún sigo siendo esa niña que necesita un abrazo de vez en cuando, un beso en la frente antes de dormirse, saber que no hay monstruos que acechen entre las sombras, o que, si los hay, tendré un caballero a mi lado que impedirá cualquier ataque.
A cambio, yo prometo, ser aquella que le cuide cuando esté enfermo, abrazarle cuando tenga frío y calmarle el calor en verano.
Prometo ser la princesa de tu cuento.
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