viernes, 19 de diciembre de 2008

DISCULPAS QUE NO BASTAN

Otra vez en la nocturnidad de mi cuarto escribo palabras, tildadas con lágrimas. Otra vez el llanto acude, irremediablemente muero un poco más esta madrugada y no puedo hacer nada por evitarlo.
Vivo en una crisálida, estoy creciendo y esto me duele, no me pinches, no me pinches que estoy creciendo.
En este preciso instante, en la evolución de mi ser, en la transformación de mí misma de niña a libélula estoy frágil y cualquier cosa puede matarme. Quizás por eso ahora me doléis tanto. Quizás por eso ahora estoy más herida que nunca por vosotros, por mí...
Y se me agotan los versos en seguida, mis versos bastardos de madre lunática y padre perdido.
¿Quién quiere adoptar mis versos?
Nadie responde.
Nadie habla en la oscuridad de una noche más sin luna y sin alma.
Nadie me abraza cuando el frío acucia y yo muero y me mato y cuelgo mis dedos como un castigo por los pecados que no he podido cometer.

Maldita sea la Soledad, la Melancolía y la Nostalgia, maldita la Vida que me mata, maldita la Muerte que no llega ni alcanza, y maldita yo, que ni vivo, ni muero, ni escribo, ni crezco y por no ser ni soy yo, ni un suspiro, ni arena, ni llama, ni lágrima, ni esencia misma de latido inquieto.

No hay comentarios: