Al mirar la fotografía trato de adquirir sus rasgos, la indiferencia que muestra ante el excesivo pavoneo de cuantos le rodean.
¿Será que debo mostrarme bohemia ante el mundo y al fin exponer mis ideas como si nadie las supiera ya?
La observo y voy directamente a sus ojos, que no sé qué miran, quizás buscando algo que nadie podría encontrar, aquello que, beso tras beso, ha ido persiguiendo pero cuya estela ya ha perdido.
Y de sus ojos los míos caen hacia sus labios, posiblemente carmesí, y en el cigarrillo pendiendo de su boca, como si no reparara en ello.
Y de nuevo a sus ojs. Sus ojos y esa mirada cautivadora y enigmática. Imagino su andar cadencioso y ágil, su belleza de femme fatale de la que ella misma no se da a veces cuenta, y ese halo de misterio que la rodea.
...
Yo misma iría ahora a través de la foto y me ofrecería a prenderle el cigarro y señalarle el camino si toma mi mano.
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