lunes, 6 de noviembre de 2017

La memoria del olvido y el olvido de la memoria

Después de leer las palabras de un amigo, sobre memoria, olvido y ultraje, y versos y palabras de otros más sabios que yo, el primer rostro que se me viene a la cabeza es el de mi abuela.
Quizás no fuera tan culta como María Teresa León, pero supo sobrevivir a la falta de educación (escolar, se entiende, que de la otra andaba sobrada), a la guerra, a la miseria y al trabajo, sacó adelante a cuatro hijos y nunca se derrumbó a pesar de las desgracias y, cuando la vida le debía comenzar a vivir, se empezó a marchitar como una flor en invierno.

Sé que mi abuela no fue María Teresa León, pero supo inculcarme el valor del conocimiento desde sus carencias, estudiando y aprendiendo a mi lado, empujándome cuando parecía que el peso era demasiado.
Nunca faltaron libros en esa casa en la que se compartieron siempre las habitaciones y donde la mayor innovación fue incluir un teléfono inalámbrico y una televisión en un dormitorio. Libros de todas las clases: enciclopedias, libros de aeronáutica espacial, cuentos y más cuentos, pequeñas novelas y clásicos atemporales.

Mi abuela no fue María Teresa León, no. Pero me enseñó que la patria está en uno mismo y que las ideas deben unirnos y no confrontarnos, que hay que mirar siempre con la ternura de un niño y que hasta en los momentos más oscuros hay lugar para el amor.

Ojalá alguien hubiera escrito sus memorias, o la vida nos hubiese regalado más tiempo juntas para poder ir desgranando sus edades. Ahora sólo nos queda llevar con orgullo su sangre y soñar con que algún día su mundo se cumpla.

(El artículo: https://elsaltodiario.com/literatura/el-ultraje-el-olvido-y-la-memoria)

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